"Soy un pedazo de ser, lo maravilloso de las expectativas, Eres tú, madre, quien me das respuestas sin evasivas. Tu mirada es mi brújula, tu voz mi guía, Aunque vagabundo soy y Congelas mi alma, Para encarnarme en ese noble corazón, Donde el amor es la ley y tu bondad mi norte. No dejes que tus ojos se agrieten por mí, Un vagabundo sin rumbo, aún sin dirección ni luz, Que busca en el desierto su propio camino, Y en tu amor, su refugio y su cruz. Tu voz, no la dejes marchitar, no permitas Que una lágrima ruede por tu mejilla, angustia que me mata, Ni un suspiro de tristeza, ni un grito de dolor, Solo tu amor, tu compasión, tu corazón que me cubre. No me sienta inferior, más abajo que tus zapatillas, Eso sería mi condena, mi alma despedazada, Mi corazón roto, mi espíritu apagado, Sin tu amor, madre, nada soy, nada tengo. Que el rocío de la mañana entre por tu ventana, Traiga felicidad, no angustia por mi causa, madre mía, Que tu día sea lleno de luz, de paz y de amor,...
No hay mayor desilusión que imaginar un mañana sin sol, sabiendo que solo tu aroma teje sueños en mis sábanas de amor.